Bali 2023 🐒🌋🇮🇩

Agosto de 2023. Me encontraba en Australia, Perth, y teníamos nuestra última semana de vacaciones antes de volver a España. Esa semana la íbamos a pasar en Indonesia, en Bali. Desde que era pequeño siempre había soñado con visitar un sitio tropical, un lugar de selva misterioso, el típico paisaje que vemos en las películas de aventuras. Esta vez, agosto de 2023, por fin lo iba a cumplir. Esta aventura lo hicimos yo y otros cuatro compañeros de la escuela. Éramos dos españoles, un ecuatoriano, un colombiano y un japonés. Esta multiculturalidad le dio al viaje un toque especial.

Teníamos todo reservado. Hotel, billetes de avión…etc. Solo nos quedaba irnos. El día del viaje nuestro avión salía por la noche, y por la mañana teníamos clase; por lo que fuimos a la academia con las maletas y desde allí nos fuimos directos al aeropuerto. Nuestra llegada a Bali fue algo original. El chico ecuatoriano cogió un vuelo 1 hora antes, por lo que nos estaba esperando al llegar. El otro español, yo y el colombiano volamos juntos para reunirnos con Ricardo en Bali. Taku, el japonés, tuvo que esperar tres días para venir, ya que venía a Australia un amigo suyo de Japón.

Durante el vuelo pasamos uno de los momentos más divertidos de nuestras vidas. Nos pedimos un arroz balines para cenar algo y casi nos asfixiamos de lo que picaba. Se nos puso la cara roja y se nos quedo todo el avión mirando. Cuando estábamos aterrizando recuerdo ver luces de casa y barcos al fondo e imaginarme todo lo que habría delante de mí en ese momento pero la oscuridad no nos dejaba ver. Cuando bajamos del avión sentí un golpe de humedad grandísimo. Yo soy de Madrid, e incluso cuando voy a Valencia noto demasiada humedad. Allí en Bali la humedad era brutal. Sentías como si no te dejasen de respirar, como si hubiese una cortina de aire caliente en tu cara.

Después de pagar la visa y sellarnos el pasaporte entras en una especie de duty free pero de agencias de transporte. Los agentes se nos tiraban encima para que los contratásemos. Finalmente nos fuimos con un hombre que después nos llevó a una tienda a comprar internet. La verdad no se todavía muy bien si nos engañó o nos timó. La tienda era más bien una casa. Había un perro lleno de mierda y un chico durmiendo en un colchón en el suelo. Realmente no me sorprendió mucho porque me hacía una idea de donde estábamos. Me seguía sorprendiendo todavía más la humedad y la cantidad de motos aparcadas que había.

Cuando llegamos al hotel entramos por un pequeño callejón lleno de cables colgando y en ese momento pensamos que nos iban a secuestrar. Al bajar y entrar al hotel no se oía nada y había una pequeña piscina al fondo. El recepcionista estaba descalzo y nos dio las llaves de nuestra habitación. El hotel me lo esperaba peor. Realmente era un AirBnB, pero creía que iba a ser una chabola. Teníamos una piscina con butacas y había dos pisos más. Uno para desayunar y otro para hacer la colada.

La puerta de la habitación era muy estrecha y casi no cabíamos al entrar. Una vez dentro, también nos sorprendió. Había tres literas, un lavabo y un baño con ducha. Además había aire acondicionado y nos vino muy bien porque si no no se podía dormir.

Después de instalarnos nos fuimos a inspeccionar la zona y pasamos a un supermercado que había cerca del hotel. Me llamó mucho la atención lo barato que era todo. Nos compramos un paquete de cervezas cada uno por 1 euro cada uno. Esa noche nos acostamos bastante tarde y algo tocados por las cervezas.

Día 2 en Bali

Comenzaba nuestro segundo día en Bali. Habíamos dejado el aire puesto toda la noche por la humedad y amanecimos medio resfriados. Habían pasado bastantes horas desde que llegamos y todavía no habíamos visto ninguna luz. Esa mañana sentí algo que jamás había sentido antes. Cuando abrimos la puerta de la habitación, se escuchaban sonidos de aves, monos y cosas tropicales. Sumado a la humedad y a la cantidad de plantas verdes y palmeras que se veían me sentí en una película. Recuerdo que les dije a mis compañeros que parecía que estábamos en Indiana Jones.

Subimos a desayunar y había un empleado del hotel ( o eso sigo creyendo todavía) descalzo en una pequeña cocina preparando el desayuno a la gente. Lo único que hacía todo el rato era tortillas con dos huevos y te daba zumo de naranja y fruta(eso fue lo que desayunamos los 10 días). Cuando volvimos a la habitación nos echamos crema y nos fuimos andando hasta la playa, que estaba a unos 400 metros del hotel.

Por el camino pudimos ver por primera vez cómo eran las calles de bali de día. Lo primero que más me llamó la atención era la cantidad de cables colgando que había. Otra de las cosas más impactantes es todos los templos o estampas para adorar que hay por las calles. La gente iba allí y dejaba alguna ofrenda. Estas ofrendas también se veían mucho por el suelo en todas partes (una flor en un cuenco de planta). La playa que teníamos junto al hotel era perfecta. Había tres o cuatro chiringuitos, la playa era super larga y no había casi gente. Junto a la arena también había algún templo y carteles de masajes típicos.

Cuando digo chiringuito no penséis en los de España porque no tienen nada que ver. Al menos en la playa donde nosotros estábamos estos no estaban en mitad de la arena, sino que estaban ya fuera y tenían una pequeña terraza para ver el mar desde arriba. Lo que más me gustó es que tenían una zona de mesas y otra de tumbonas en plan chill out. Lo primera que pedí me acuerdo que fue el típico coco verde que le cortan con un machete. Desde que veía de pequeño la tele me hacía mucha ilusión comerme uno y la verdad es que estaban buenísimos. Después de estar un rato por allí nos metimos en la playa. Esta playa no cubría casi nada pero había muchas olas. Nosotros empezamos a hacer un poco el tonto pero recomiendo tener cuidado con las mareas.

El segundo día éramos 4, faltaba por venir el chico japonés todavía. Esa noche nos fuimos a pasarla a Kuta. Kuta es la zona con más ambiente y más edificaciones de playa en Bali. Es como la Gandía de Valencia, por así decirlo. Cogimos un Uber con la app de transporte de Bali y nos dejó en todo el centro de la ciudad. Estuvimos andorreando por las callecitas de las tiendas hasta llegar a la zona de la costa. Toda la zona de Kuta me gustó bastante, tiene mucho ambiente, bares y restaurantes de cocina de muchos países y hay muchas tiendas. A mi nunca me gusta ir donde va todo el mundo, pero si a ti sí, Kuta está bien.

Una de las cosas que tienes que tener cuidado es que no te timen en donde cenes. Nosotros fuimos a cenar a un sitio en frente de la playa que estaba bastante bien, había muchas mesas y eran platos combinados. El problema es que después, a la hora de pagar no entendimos bien la divisa y creo que se quedó con nuestro dinero.

Día 3 en Bali

Comenzaba nuestro tercer día en esta isla. Hoy planeamos ir a Denpasar, la capital de la isla. Cogimos otro Uber hasta el centro y nos bajamos en el momumento de Bajra Sandhi. Lo que más nos llamó la atención aquí fue la gran cantidad de motos que había por las calles. El Monumento es como un edificio negro de videojuego en medio de un parque gigante. Quisimos entrar sin pagar pero los guardias nos pararon a la entrada. Por dentro había figuritas explicando toda la historia de la isla, y tuvimos que subir unas escaleras de caracol hasta unas cristaleras con unas vistas magnÍficas.

Cuando salimos del monumento pasamos a un supermercado que había cruzando la calle ( a vida o muerte). A fuera había como 35 grados y a dentro te congelabas. Después de visitar las calles de Denpasar pedimos otro taxiy fuimos hasta el Zoo de Bali. Este lugar puedo decir que fue donde mejor nos lo pasamos, pero la entrada era muy cara para mi parecer. Siendo Bali te acostumbras a unos precios de 10 euros como mucho, pero pasar aquí nos costó como 75. Por dentro es un parque lleno de animales y actividades. Estuvimos viendo en un teatro cerrado una representación de bailes tradicionales balineses. Fuera vimos una procesión de elefantes y estatuas de dioses enormes. Después montamos en un 4×4 y nos llevaron entre animales de todo tipo (muchos ni siquiera era autóctonos). Lo último en lo que estuvimos fue en un parque acuático que había también dentro. Nos tiramos por una cascada en lancha y montamos en una montaña rusa.

Este parque está bien si quieres ir a un sitio que haya muchas cosas que te llamen la atención de Bali, pero la verdad yo no lo recomiendo si no vas con niños.

Al volver al hotel salimos a cenar por las calles de la zona y volvimos reventados y nos dormimos enseguida.

Día 4 en Bali

Llevábamos ya 4 día en Bali y nos quedaban un montón. Este cuarto día iba a ser el primero en que íbamos a hacer una verdadera expedición. Teníamos pensado visitar toda la zona más sur de la isla. El primer sitio al que fuimos fue el complejo de la estatua gigante GWK. Esta estatua nos la habían enseñado compañeros en la escuela que habían estado antes que nosotros, y la verdad es que nos llamaba mucho la atención. Incluso desde la playa del hotel se podía ver al fondo. La entrada a este complejo no era muy cara. Lo primero tienes que esperar a que llegue un mini autobús que te lleve a la zona de las entradas. Una vez que estas allí entras y lo primero con lo que te encuentras es con una estatua de un hombre enorme. Desde allí se podían ver unas vistas de la ciudad increíbles. Este sitio se nota que está muy hecho para los turistas. Todo es muy bonito y la decoración es muy local. Después llegas andando a una zona que es co o una plaza enorme pero como si hubiesen cortado la piedra y excavado para construirla. Esa zona era algún tipo de complejo religioso. También había esculturas de bronce de águilas y huevos por la zona. Lo siguiente y último que visitamos fue la tan esperada estatua gigante. Todavía no la habíamos llegado a ver de cerca. Para llegar había que subir una cuesta bastante larga. Había quads que subían, pero te cobraban con buenos balineses por todo, a si que subimos andando con todo el calor y la humedad.

En Europa había visto muchas estatuas y esculturas, pero puedo decir que nunca ninguna me ha impresionado tanto como esa de Bali. Cuando llegas a la base te encuentras con una mole enorme de bronce. Por mucho que trate de explicarlo no puedo hasta que no lo veas en persona. Esa estatua era enorme. Esta estatua fue inaugurada en 2018 y se puede ver a Visnhú, uno de los dioses del Hinduismo, cabalgando sobre Garuda, su montura mitad ave mitad humano. Esta estatua representa un mito hindú del elixir de la vida. Entrar a la estatua es gratis, pero subir arriba no. Nosotros no subimos.

Al volver a la entrada principal nos dimos cuenta de que Daniel, el chico colombiano, no estaba, y teníamos mucho calor. Se nos ocurrió dejarle allí e irnos. Pedimos un Uber y nos fuimos sin Daniel hasta una de las playas de la zona. Padang Padang beach. Para llegar al arena, tienes que bajar bastantes escalones y te vas a encontrar a monos cruzando. Con estos tienes que tener cuidado por que te roban las cosas y se las llevan. Cuando llegamos nos sentamos en un chiringuito y nos pedimos otro coco bien frío y algo de comer. La playa estaba llena de turistas. Había suecos, españoles, italianos…etc. Nosotros nos hicimos amigos de unos españoles que eran catalanes. la playa en sí no me gustó mucho para bañarte porque estaba llena de piedras. Lo que si me encantó fue simplemente ver donde estábamos. Era un paisaje de selva por todos lados.

Tras abandonar la playa, y sin saber nada de Daniel, fuimos a visitar nuestro primer gran templo en Bali. el Templo de Uluwatu. En la entrada al templo te dan una túnica para taparte las piernas, ya que está prohibido entrar con ellas al descubierto. Los templos en Bali son lugares sagrados pero llenos de turistas. El de Uluwatu era uno de los más grandes. Hay varias rutas que puedes tomar y todas estaban llenas de monos. Una chica sacó el móvil para hacerse una foto y un mono se lo quitó para siempre. Si quieres ver las mejores vistas tienes que ir al mirador del templo central, donde se ve el acantilado. Dentro del templo también había una zona de semi teatro donde hacían representaciones con fuego. Cuando salimos del templo dejamos los túnica en su sitio y la verdad nos sabíamos muy bien dónde ir. Solo a mí se me ocurrió la brillante idea de ir a una playa que me salió en el móvil que estaba en la punta más al sur de toda la isla. Me costó bastante convencerlos pero al final fuimos. Cuando pedimos el Uber, me di cuenta por el camino de donde estábamos yendo de verdad, a la nada. El taxista se empezó a meter por calles en mitad de la nada. Solo había alguna casa suelta y por no haber no había ni personas. Lo más gracioso fue luego para bajar a la playa. Cuando parecía que ya nos iban a secuestrar de repente se vio el mar desde arriba y el taxi empezó a bajar por una curvas super pinas hasta abajo.

Al principio puedo ser una tontería pero creo que luego si mereció la pena. Habíamos llegado al punto más al sur de toda la isla de Bali. Para nuestra sorpresa, había dos o tres hoteles incluso con música y había bastante gente. Realmente eran dos playas, separadas por un espigón de tierra. Estaba empezando a anochecer y ni pensábamos en que había que volver hasta el hotel todavía. En el espigón había parejas haciéndose las fotos de casados. Lo más curioso para mí fue que había un barco abandonado en una charca. No se muy bien si era de verdad o era una escultura. Se nos ocurrió la idea de tratar de subir arriba y casi nos caemos.

Cuando volvimos a la carretera fue cuando de verdad nos empezamos a reír solo de pensar donde estábamos y cómo íbamos a volver al hotel. Tratamos de pedir dos o tres veces un taxi pero no nos dejaba. Mientras tanto Daniel estaba siguiendo nuestra ubicación y venía con una moto. Cuando ya parecía que nos íbamos a morir allí salió que un Uber estaba viniendo.

Cuando volvimos al hotel ya era de noche y habían pasado 3 horas desde que salimos. Menos mal que los taxis son baratísimos en Bali. También apareció Daniel de repente y nos estuvo contado que nos había estado siguiendo todo el día en moto y que cuando había llegado a la playa más al sur ya nos habíamos ido.

Un día para recordar para siempre.

Día 5 en Bali

Quinto día, llegábamos al ecuador del viaje ya y todavía nos quedaban muchas cosas que hacer en la isla. Nos levantamos a desayunar lo mismo que todos los días, nos echamos crema y pedimos el taxi correspondiente. El quinto día lo queríamos dedicar a visitar templos. Íbamos a ir a toda la zona este de la isla. La primera parada fue el templo más antiguo de todo Bali, El templo de los murciélagos. Este templo está al este de Denpasar, junto a la carretera que bordea la isla. El taxi nos dejó en el otro lado de la carretera y tuvimos que jugarnos la vida (mola mucho) para cruzar. La entrada al templo era gratis. Lo más curioso de este templo es la cueva enorme que hay llena de murciélagos. Ya desde fuera se pueden escuchar los ruidos de estos animales. Cuando llegamos a la boca de la cueva vimos todos los murciélagos que había. Esta gruta es una lugar sagrado y el murciélago también. Muchos hinduistas estaban allí rezando. Cuando salimos del templo, entramos en un pasillo larguísimo de tiendas y los vendedores se te tiran encima. Si no los queríamos comprar nada incluso salían detrás corriendo de nosotros.

Nuestra siguiente parada era un lugar que nos hacia mucha ilusión visitar, el Templo Madre, el más grande de Bali. Este templo está ubicado a las lomas del volcán Agung. Para llegar hasta allí volvimos a pedir un taxi y nos adentramos en el interior de la isla. Por el camino pasas de ver arrozales enormes a calles estrechas con tiendecitas. La conductora era japonesa y estuvimos hablando lo que habíamos aprendido de japonés con ella para practicar. Cuando empezamos a llegar estábamos cada vez más altos, no parábamos de subir y subir cuestas con el coche.

El taxi nos dejó en una plaza redonda con unos monumentos de templo en la entrada. Todos los transportes llegan máximo hasta allí. También hay construido dos aparcamientos gigantes a cada lado de la plaza para coches y autobuses. Para llegar al templo tienes dos opciones, o subir la cuesta que llega hasta la base andando o coger una camioneta que te sube hasta arriba (es gratis). Nosotros subimos con la camioneta. El día estaba muy nublado y no se venia el volcán. Todo lo que llegábamos a ver eran unas vistas increíbles de la isla desde arriba y el templo. El templo madre es el más grande de Bali, son un conjunto de varios templos en uno. Según vas subiendo la cuesta te impresiona más. Arriba nos cogió un guía que ponen con la entrada y nos acompañó a visitar todas sus partes. El templo por dentro es increíble, los edificios tienen un aura y una mística especial, como si estuvieras en el uncharted.

Los balineses lo tienen todo pensado par que te dejes tu dinero. Para subir puedes coger la camioneta, pero para bajar no. Esto nos obligaba a pasar por todas las tiendas que hay hasta abajo. Una vez abajo era ya la hora de comer y nos paramos en un puesto callejero. La verdad no inspiraba mucha confianza. Había un perro lleno de garrapatas en el suelo y niños jugando alrededor. Nos pedimos Nasi Gorem, que es el plato tradicional de Bali. Al final comimos bien para lo que parecía que iba a ser. Después de comer no teníamos forma de seguir nuestro recorrido. Recuerdo que nos sentamos en un bordillo a pensar cómo seguiríamos nuestra travesía. No venía nadie, no pasaba taxis y no nos dejaba pedir Uber. Después de 30 minutos apareció un hombre y le preguntamos que si nos podía llevar. Finalmente negociamos con él y nos dijo que por 70 dólares australianos nos llevaba y nos dejaba luego en el hotel. Por cosas como estas yo les decía que hay que creer siempre. En los peores momentos siempre se solucionaban las cosas.

Nuestro ultima parada era el lugar donde se hacía la famosa foto con el volcán de fondo. Para llegar hasta allí tuvimos que meternos por carreteras perdidas por la selva, pero fuimos hablando con nuestro taxista y se nos pasó rápido. Nos dejó en un parking y tuvimos que esperar a que nos subiera una camioneta hasta arriba. Este fue un miento bastante increíble y gracioso, ya que la camioneta era muy estrecha y pequeña y se metió por unas cuestas y curvas super pinas. Antes de llegar allí creíamos que era solo la zona de la foto pero realmente es un templo. Cuando subes hasta arriba hay varias tiendas y tuvimos que subir otro tramo de cuesta. Una de las cosas que menos me gustó es que es como la pescadería. Tuvimos que sacar un ticket con un número y esperar hasta que nos tocase. Había muchísima gente y esperamos por lo menos una hora.

Cuando bajamos parecía que nos íbamos a caer por el lado de la carretera. Se veía el volcán al fondo y parecía que nos íbamos a matar. Al llegar abajo nuestro amigo taxista nos cobró 20 dólares australianos más por hacerle espray tanto. Estábamos en la punta más al este de toda la isla y teníamos que ir hasta el hotel. Nos esperaban tres horas de viaje. Lo bueno fue que me dormí hasta llegar.

La verdad es que fue un día muy bueno, con momentos de tensión incluso.

Día 6 en Bali

Pura aventura. Vivir en un sueño. Así es como describo ahora lo que fue el sexto día en Bali. Este día siempre se me quedará grabado en la memoria y en el corazón. La noche anterior conocimos en nuestro hotel a una chica de Barcelona que estaba en Bali de vacaciones. Hicimos muy buenas migas con ella y quedamos en ir juntos al día siguiente.

Lo que realmente hizo especial este día fue cómo nos movimos. En moto.

Antes de ir a Bali sabíamos que mucha gente alquilaba motos en Bali, pero nos daba miedo cogerlas por si nos caíamos. Además yo no tengo el carnet de moto y nunca había cogido una. Los dos chicos latinos que venían si sabían conducirlas, por lo que alquilamos dos. Ninguno de los encargados del hotel nos pidieron nada para alquilarla, solo nuestro dinero.

Este día queríamos ir más a la aventura con las motos y no tanto como turistas a ver cosas. Lo primero que hicimos fue subirnos a la moto e ir hasta el templo de Pura Tirta, donde puedes hacerte una purificación espiritual con chorros de agua. Por el camino atravesamos toda la capital, cruzamos por calles super estrechas, pasamos por pueblos perdidos, paramos en una gasolinera a repostar e incluso nos subíamos por las aceras como hacían los locales allí. Al llegar entramos a un vestuario nos quedamos en bañador, nos pusimos la típica túnica y nos fuimos a purificar.

La zona de purificación en realidad es un pequeño lago con chorros de agua saliendo por unas estatuas. Para hacerlo bien tienes que meter la cabeza en el chorro tres veces. Yo creía que iba a entrarme algún virus por mis partes íntimas de toda la gente que entraba a ese agua, pero un año y medio después aquí seguimos.

Después de quedarnos libres de malas vibras la chica de Barcelona nos llevó a comer a un sitio que ella conocía y casi nadie iba. Cuando llegamos parecía que habíamos entrado en una granja, pero luego mereció mucha la pena. Para comer estabas en una especie de pasarela de madera entre los árboles y al fondo veíamos la selva y los monos. La comida estaba muy bien de precio y de ahí nos fuimos directamente a probar café de caca de mono.

Cuando me dijeron que íbamos allí no me lo creía. Cuando llegas tienes a unos monos en una jaula y después nos sentaron en una mesa larga y nos sacaron para probar cafés de distintos sabores. Todos estaban buenísimos, alguno incluso picaba. Al final nos sacaron el de caca de mono y la verdad yo no lo quise probar.

Todavía nos quedaba por ver uno de los sitios más famosos de la isla, las terrazas de arroz. Yo no lo veo como un lugar imprescindible, pero está bien. La entrada es gratis, pero tienes que tener cuidado de no perderte. Nosotros bajamos hasta abajo y la verdad los arrozales son impresionantes, pero desde mi punto de vista no hace falta irte tan lejos para verlos. Lo que más me gustó fue montarnos en los toboganes enormes.

A partir de este momento fue cuando pasamos el peor momento del día pero a la vez el mejor. Teníamos que volver al hotel las tres motos que íbamos en convoy y nos separamos y nos perdimos. Al principio íbamos juntitos y nos veíamos, pero hubo un momento que nos perdimos. Daniel y yo íbamos los últimos y simplemente seguimos la ruta que nos indicaba google maps. No teníamos nada para enganchar el móvil y lo tuve que llevar yo todo el camino en la mano. A mitad de camino nos quedamos los dos sin batería y tuvimos que parar en una tienda a cargarlo un rato para saber seguir. Lo mejor fue cuando encendimos los móviles y nos llamaron Jose y Ricardo diciéndonos que se habían quedado sin gasolina y se la teníamos que llevar. No sabíamos ni donde estábamos, ni cómo íbamos a volver y encima teníamos que ir a buscar un sitio donde echar gasolina en una botella y buscarlos. Lo primero que hicimos fue buscar una gasolinera, echamos algo en una botella y fuimos a buscarlos. Nos habían mandado su ubicación pero cuando llegamos no había nadie. Se nos volvió a quedar el móvil sin batería y tuvimos que volver a la misma tienda a cargarlo. Cuando lo encendimos otra vez nos dijeron que ya habían conseguido volver al hotel. Nos encontrábamos en medio de la nada, con una botella inservible de gasolina verde y sin saber cómo volver al hotel. Dani y yo pensamos en cargar por lo menos al 30 los móviles y medio memorizar el trayecto de vuelta. Cuando volvimos a arrancar por el camino paramos, no se por qué, a ver un sitio que no llamó la atención. Era una fuente con unas puertas modo templo enormes. Nos hicimos algunas fotos (para gastar batería) y no se nos ocurrió nada más que a nosotros entrar dentro. Empezamos a meternos por una calle de piedras gordas hasta llegar a una rotonda enorme. Por el camino me di cuenta de que habíamos entrado en la sede del gobierno de Bali. Si nos hubiese visto la policía nos hubiese multado.

Al salir de ahí se nos volvió a quedar sin batería el móvil. Aquí fue cuando usamos toda la inteligencia que nos quedaba. Vimos que el camino era todo recto hasta llegar a un cruce que había que girar a la derecha. En ese giro había un cartel rosa de algo que ya no me acuerdo lo que era. Cuando vimos el cartel rosa fue como si hubiéramos descubierto la Atlántida. Finalmente llegamos vivos al hotel y los demás nos estaban esperando

Día 7

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