Quién me iba a decir a mí cuando empezó la temporada ese año que iba a terminarla en Wembley viendo a mi equipo ganar la Copa de Europa.
La temporada 2023-24 siempre se me quedará marcada a fuego como la más especial de mi vida. No fue especial solamente por el hecho de ir a la final a Londres, sino por otra serie de factores en mi vida que la hicieron única.
Agosto de 2023, Perth, Australia. Me encontraba en mi cuarto mes en Australia, era pleno invierno allí y el Real Madrid empezaba a jugar los partidos de pretemporada en EEUU como todos los veranos. Yo he sido del Madrid desde pequeño y siempre he ido con mi padre o solo al Bernabéu gracias a Dios. En verano los partidos de pretemporada en España eran siempre entre las 1.00 o las 5.00, dependiendo de la ciudad en la que jugasen. A nosotros nos daba igual, siempre nos poníamos la alarma y nos levantábamos a verle. En abril de 2023 me había ido a Australia y la temporada todavía no había acabado. El Madrid jugaba la final de copa y me tocó verlo allí en el portátil. También me levanté a ver la paliza que nos dio el City de Guardiola. En ese momento ya estaba tranquilo porque sabía que podía no preocuparme por ver a mi equipo ya que aunque en Australia fuese invierno, en Europa ya se acababa el fútbol hasta Agosto. Cuando llego este mes el Madrid jugaba sus típicos 3 partidos de pretemporada en Estados Unidos. Siempre los había visto de madrugada medio dormido con mi padre, pero ese año me tocaba verlos de forma muy distinta. En Perth recuerdo que los horarios fueron algo así como 5.00, 7.30 y 9.30. El problema es que teníamos que ir a clase por la mañana, por lo que convencí a un amigo madridista colombiano y nos escapamos 2 veces de clase a ver el fútbol con mi portátil. Siempre nos pasábamos a una cafetería, nos pedíamos algo de beber y de comer y le veíamos tranquilamente. Cómo iba a pensar que en junio del año siguiente iba a estar donde estuve. Increíble.
Tras los partidos de pretemporada comenzaba ya LaLiga. Las tres primeras jornadas las jugaba fuera de casa el Madrid por las obras del estadio. Me levanté cada una de las 3 noches a ver el partido en el sofá de la casa donde vivíamos.
Otro momento que hizo esta temporada tan especial fue los cambios de ubicación. Había empezado la temporada viendo al Madrid en Australia, y ahora nos íbamos 10 días de viaje de fin de curso a Bali, Indonesia. El Madrid jugaba contra el Getafe en el Bernabéu la cuarta jornada de liga y nosotros estábamos en Bali. Recuerdo que el día del partido estábamos cenando en un sitio por la calle cerca del hotel y a las 22.15 (16.15 en España) me fui corriendo a la habitación a ver el partido en el ordenador. Mi padre me había mandado fotos del estadio porque estaba allí y mientras yo lo estaba viendo en Bali a 15000 kms.
En septiembre por fin volví a España y la verdad estaba deseando de volver a ir al Bernabéu, ya que llevábamos desde principios de abril sin ir.
A parte de los cambios de ubicación también lo hace más especial incluso los cambios climáticos. Empezamos en invierno con días de mucho frio y lluvia, lo continuamos en un clima tropical con casi el 100% de humedad en medio de la selva y lo acabamos otra vez en invierno con mucho frío hasta volver al verano europeo.
Con el paso de los meses me volví a acostumbrar otra vez a vivir en Madrid, mi pueblo, la comida, el clima, vivir con mis padres, ir al estadio…etc. La temporada encima ese año estaba siendo increíble, no perdíamos nunca, estábamos bien en Champions, LaLiga estaba casi resuelta y jugábamos como los dioses.
En abril también vi en persona el mejor partido de fútbol que jamás había visto en el Bernabéu; el partido contra el City de Guardiola en el que empatamos a tres.
La semifinales las volví a ver gracias a Dios en el estadio y volvimos a vivir otra de las grandes remontadas contra el Bayern como en la temporada 2021-2022.
En mayo fui a la Cibeles con mis padres a celebrar con los jugadores LaLiga.
Ir a una final de la Champions siempre había sido algo que tenía en mente como sueño por cumplir. Lo que no sabía es que fuese a ser en ese año. Cuando terminó el partido contra el Bayern no se por qué empecé a decir a los chicos con los que siempre suelo ir al fútbol super convencido «yo me apunto para ir» «yo voy a la final» «yo quiero ir». Esto lo decía por pura motivación e inercia del momento, ya que ni pensaba en lo que me iba a costar ni si me iba a tocar la entrada para ir ni nada. Cuando pasaron unos días empecé a hablar con un amigo que siempre había ido a todas las finales desde la séptima en Amsterdam. Le dije que yo quería ir con ellos y que me apuntaran al sorteo de las entradas. Le di mis datos y lo que me pedió para apuntarme al sorteo y me olvidé.
A mediados de mayo me operaron de una muela. Me tuvieron que sacar una muela del juicio que ya me hacía mucho daño al comer. Era una cirugía que tenía que hacer sin más remedio. Había mirado el plaza de recuperación y solía ser de dos semanas como mucho, llegaba justo para el partido. Después de sacarte la muela no debes ni hacer deporte ni montar en avión hasta que se cicatrice bien y te quiten los puntos. Dentro de mi tenia siempre la preocupación de que a lo mejor me pillaba el viaje con dolor. Claro, todo esto lo pensaba sin ni siquiera saber si me iba a tocar la entrada.
El día 21 de mayo se realizó el sorteo. Era a las 12 de la mañana y ya desde las 11 30 estaba con el canal puesto. Nosotros teníamos el número doce mil y pico. Cuando Pirri pulsó el botón y vi que nos había tocado no paré de dar saltos y llamé a mi padre y a mi madre para decírselo. Lo que había soñado desde bien pequeñito lo iba a cumplir, y en Wembley, la cuna del fútbol europeo.
13 de agosto de 2023, 21 de mayo de 2024. 9 meses. 3 continentes distintos. Invierno. Frío. Verano. Calor. 15000 kms de distancia recorridos. Empecé viendo los partidos por una pantalla pequeña en Oceanía y lo iba a terminar haciendo el viaje soñado por todo amante del fútbol en Londres, Inglaterra.
El viaje lo íbamos a hacer en el día. Íbamos a coger un vuelo por la mañana y nada más acabar el partido nos volveríamos a Madrid. La noche antes pensé irme a dormir muy pronto pero al final decidí ir a la cama sobre las 23.00, que es a la hora que siempre me suelo acostar. Otras veces había intentado dormirme pronto pero nunca lo había conseguido. La alarma sonó a las 2.30 de la mañana si no recuerdo mal. Me levanté, me di una ducha, desayuné algo y me fui a Chinchón que era el lugar donde había quedado con mi compañero para ir. El sueño que tenía me quitó todos los pensamientos sobre el sitio al que iba a ir dentro de unas horas. Eran las 4 de la mañana y estaba en mitad de la carretera esperando a mi amigo. La horas que pasaron desde que me levanté hasta realmente ir a embarcar nuestro vuelo fueron bastante silenciosas y ninguno llevábamos ganas en nuestros cuerpos. Lo bueno de verdad empezó cuando pasamos el control de seguridad y llegamos a la zona de las puertas de embarque. Yo por suerte ya había viajado mucho y estaba acostumbrado a los ambientes de los aeropuertos, donde puedes ver gente de muchos sitios. Cuando llegamos a la terminal lo único que veía era gente de blanco con la camiseta del Madrid, como si el lugar por donde había pasado tantas veces ahora fuera un mini Bernabéu. Por cualquier pasillo, rincón o cafetería había solamente gente de blanco.
A partir de este momento empezaba ya a amanecer, habíamos estado hablando con varias personas sobre el viaje y se nos empezó a quitar el sueño. Lo primero que hicimos fue parar a almorzar en una cafetería junto a nuestra puerta. Aquí ya yo tenía ganas de verdad de llegar porque no sentía nada de sueño y solo de ver tanto madridista me motivaba más.
Antes de embarcar nos pasó una de los momentos más graciosos del viaje y de mi vida en general. Uno de los chicos que viajaba con nosotros nos dijo almorzando que se le estaba cayendo una muela y cuando fuimos a embarcar nos confundimos y en vez de seguir recto cogimos unas escaleras mecánicas a la derecha. En ese momento ninguno sabíamos que nos habíamos equivocado, pero nos extrañó un poco que tuviéramos que hacer otro control de seguridad al final de un pasillo. El hombre de allí nos dijo que nos habíamos equivocado de sitio y que estábamos en la zona de tránsito. En cuanto nos dijo eso nos pusimos blancos y echamos a correr por donde habíamos venido. Subimos las escaleras mecánicas del revés y por el camino el chico perdió la muela entre las teclearas y también se le cayó una bandera que llevaba. Volvimos corriendo a pasar el control para volver a nuestra puerta y por suerte pudimos coger nuestro vuelo a Londres.
El día, como no, estaba nublado y hacía bastante fresco. Cuando bajamos del avión nos llevaron a un autobús a posta para nosotros que nos iba a llevar hasta el estadio. Por el camino intenté dormir algo pero ya no pude. Otro de los momentos especiales del viaje es cuando vimos Wembley por primera vez. La imagen del arco blanco gigante la tenemos todos en la cabeza pero cuando ves estas cosas en directo son mágicas. El autobús tomó una curva y de repente al fondo se vio todo el estadio. Nada más llegar el bus nos dejó en un aparcamiento enorme y ya teníamos tiempo para hacer lo que quisiéramos hasta el partido. Cuando salimos del parking fuimos a la calle tan famosa que va del estadio al metro. Toda esta avenida estaba llena de gente de blanco y amarillo y de puestos de comida rápida. Nuestro plan en realidad es que no había plan, simplemente disfrutar de la ciudad.
Después de estar por la zona del estadio cogimos el metro hasta el centro de la ciudad para pasar el día. Nada más bajar aparecimos en el Big Ben. Yo había estado ya en Londres en 2019 con el instituto, pero ese año estaba en obras y no pudimos verlo. Me impresionó mucho más el dorado que el tamaño. En esta zona nos hicimos algunas fotos con la bandera de España para que se enteraran los ingleses. Después quedamos con otro chico de nuestra zona que llevaba allí ya un día y fuimos a tomarnos algo a un bar. El bar donde pasamos era una de las tabernas más antiguas de Londres, el Sherlock Holmes. Nos pedimos unas cervezas pero estaba muy calientes. Después nos subimos a la parte de arriba a comer y vinieron otros dos amigos que su vuelo salió más tarde. La comida no estaba mala pero como español notas que no tiene nada que ver y además es muy cara.
Lo que no me gusta de los ingleses es la comida, pero tengo que decir que Londres, junto con Madrid, es mi ciudad favorita de toda Europa.
Después de comer fuimos a la fan zone del Madrid pero estaba casi todo acabado y la gente se estaba yendo ya al estadio. Quedaban todavía unas 3 horas pero no queríamos tener ningún problema al acceder. Desde la noria fuimos andando todos los aficionados hasta la estación de Waterloo mientras cantábamos. Dentro del metro hacia mucho calor y salimos sudando.